En mi despacho denigro yo.
Sí realmente creo que el responsable público, que sea policial es lo de menos, en el que estáis pensando, erró en el verbo, mandar por denigrar.
Podríamos completar su mensaje con otros subyacentes muy claros:
No pienso honrar mi cargo con mi trabajo, talante y disposición.
Pienso en ser alguien gracias a mi cargo.
La frase no puede ser más expresiva e inequívoca de un síntoma de la enfermedad que en buena medida afecta a nuestras instituciones públicas, una especie de carcoma moral.
Nuestra sociedad, con todos sus defectos y virtudes, merece un respeto por parte de los responsables de las instituciones, es más, merecen que trabajen por ella sin reparar en esfuerzo, porque en última instancia es ella la que les ha otorgado confianza y les paga buenos emolumentos, para que contribuyan a hacerla mejor, velen y den ejemplo por ella.
Frases como la espetada merecen reprobación, porque nos hace ser menos dignos, nos denigra, transmiten una imagen que no merecemos y, desde luego, quien la emplea no merece la confianza que se le dio, se le tendría que revocar en el cargo, recordar el duro trabajo y fatigas de los que pagan impuestos. Viniste a hacer cosas honorables, no ha pretender ser alguien.
Al menos eso pensamos quienes creemos que todo esfuerzo es poco para construir una sociedad que merezca la pena.