Con la llegada del estío también hacen tamibén su aparición las deseadas vacaciones. Las unidades menguan y sus componentes se preparan parar “pagar” con mayor intensidad de trabajo los muy merecidos periodos de evasión mental y física de otros compañeros.
Sin embargo, nuevas amenazas se ciernen sobre el responsable trabajador, antaño insólitas, una suerte de epidemias portadoras de enfermedades acompasadas con la época estival por su exotismo y rareza, causan efectos devastadores en las plantillas de las unidades comprometiendo enormemente su funcionamiento.
A pesar de todo siguen existiendo unidades resistentes a la enfermedad, cuyo integrantes, orgullosos de lo que son y comprometidos con su razón de ser, afrontan ésta y otras épocas del año con integridad, dignidad y un estilo de salud laboral capaz de ahuyentar los males que a otros afligen. Es por eso que no lo entiendo, no puedo entenderlo... porqué los responsables de la institución en lugar de buscar soluciones efectivas para “rehabilitar a los enfermos”, centran su atención casi exclusivamente en cargar más y más a los sanos, creyéndoles por su fortaleza inmunes a todo, con capacidad para suplir y rellenar toda clase de huecos y carencias.
Pobres gestores, éstos que son incapaces de defender al justo, de hacer por sí mismos, que creen que siempre habrá quien le solucione “su papeleta”. No quieren pensar que hasta el/la mejor de sus hombres/mujeres puede enfermar. Triste y sonoro lamento queda que escuchar.