¡ENHORABUENA COMPAÑEROS!
El Supremo anula la condena a cuatro guardias civiles acusados de torturar a dos etarras
Les había condenado la Audiencia Provincial de Guipúzcoa y ésta no atendió al hecho de que los pistoleros están aleccionados para denunciar torturas tras su detención.
El Tribunal Supremo ha absuelto de un delito de torturas a los cuatro guardias civiles a los que condenó la Audiencia Provincial de San Sebastián por los malos tratos que supuestamente habrían infligido a los etarras Igor Portu y Martín Sarasola tras su detención, ocurrida el 6 de enero de 2008. La Sala Segunda, en una sentencia conocida esta mañana, reprocha a los jueces guipuzcoanos que dieran mayor credibilidad a los etarras, pese a las llamativas contradicciones de sus relatos, que a los agentes, cuyos testimonios sí fueron coincidentes.
La sentencia analiza y desmonta, de uno en uno, los indicios que llevaron a la Audiencia a condenar a los cuatro guardias civiles a penas de entre 2 y 4 años y medio de prisión. También reprocha a los magistrados de San Sebastián que no dieran la suficiente relevancia al hecho conocido de que los pistoleros etarras están aleccionados para denunciar torturas tras ser detenidos con el fin de tratar de restar valor probatorio a la actuación de las Fuerzas de Seguridad. En definitiva, el alto Tribunal entiende que es más veraz el testimonio de los agentes, según los cuales las lesiones que presentaban los terroristas cuando fueron trasladados a la Audiencia Nacional se produjeron porque intentaron huir y la detención tuvo que ser por la fuerza. Portu y Sarasola, sin embargo, dijeron haber sido trasladados a una pista forestal donde habrían sido golpeados.
El Supremo pone de manifiesto flagrantes contradicciones en las que incurrieron los dos etarras, condenados después a más de mil años de prisión por el atentado contra la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Uno de ellos aseguró que había un río y que los agentes le sumergieron la cabeza; el otro no vio río alguno. Uno de los etarras escuchó un disparo cuando los guardias civiles se alejaron de los coches con su “compañero”; el supuesto receptor del disparo no escuchó nada.