¡Buenas noches! Mis primeras palabras en esta Nochebuena me salen
del corazón para expresar mi afecto y mi mayor felicitación a todos los
españoles. Quiero compartir con vosotros ideas y sentimientos sobre España,
sobre nuestro presente y nuestro futuro.
Unas ideas que buscan el bien de nuestro país, como gran Nación
europea de larga historia e inmenso patrimonio. Un país que no puede
comprenderse sin esa rica diversidad consustancial al mismo ser de España.
Con este espíritu, mis reflexiones de esta noche se dirigen a pediros que,
juntos, acometamos tres tareas fundamentales:
En primer lugar, superar tensiones y divisiones, sobre la base de los
principios y valores que alimentan lo mejor de nuestra convivencia e inspiran
nuestra Constitución.
En segundo lugar, sumar voluntades en torno a los grandes temas de
Estado, reforzando nuestra cohesión interna y nuestra proyección exterior.
Y, finalmente, redoblar esfuerzos para que España vuelva a crecer y a
crear empleo. Cuanto antes, y de forma sostenible.
Vivimos tiempos complejos y difíciles. El Siglo Veintiuno va a cumplir su
primera década. El mundo es más global en sus posibilidades -gracias a las
comunicaciones y a los avances tecnológicos-. Más global también en sus
desafíos -que desbordan las fronteras nacionales-. Desafíos que van desde la
lacra del terrorismo, la crisis económica o el cambio climático, hasta las
pandemias o el narcotráfico. Todos ellos requieren de la acción conjunta de los
Estados.
Es mucho lo que nos jugamos en los próximos años. El futuro impone
decisiones estratégicas de gran calado, tanto a nivel interno, como a escala
europea e internacional. Decisiones en materia económica y financiera,
energética, medioambiental, educativa o tecnológica. Todas ellas esenciales
para no perder el tren del progreso, defender el futuro de nuestro Planeta, y
asegurar el mejor porvenir a las nuevas generaciones.
Decisiones que deben tener visión anticipatoria y estar a la altura de los
retos planteados. Para afrontar estos retos, es preciso desplegar nuestras
mayores capacidades, con una España sólida y cohesionada, en una Europa
dinámica y solidaria.
Los tiempos actuales nos reclaman tesón y fortaleza. Fortaleza como
país que a todos nos proporciona libertad, estabilidad y progreso.
Fortaleza como ciudadanos más preparados y competentes,
promoviendo la educación y la igualdad de oportunidades.
Fortaleza en el plano económico y social, con un tejido productivo cada
vez más innovador, competitivo y activo en el mundo, capaz de mantener y
elevar nuestro bienestar social.
Esa mayor fortaleza requiere el más amplio entendimiento y solidaridad
entre todos los españoles, entre todas y cada una de nuestras Comunidades
Autónomas. No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas
resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos.
Sabemos cuál es el camino a seguir. En las últimas décadas hemos
sido capaces de resolver grandes problemas, contando con el esfuerzo de
todos, la voluntad de acuerdo y el liderazgo responsable de nuestros dirigentes
políticos, económicos y sociales. La experiencia nos demuestra que todos
somos necesarios para culminar con éxito esa tarea.
Sirvamos al interés general. Para ello necesitamos actuar con
inteligencia y generosidad, y aplicar la fuerza de la unidad, del diálogo y del
compromiso, en el marco del respeto a nuestra Constitución.
La Constitución garantiza un amplio abanico de derechos y libertades,
fundamenta una avanzada articulación de nuestra rica diversidad territorial, y
nos dota de instituciones que son claves para la estabilidad y convivencia
democráticas, y el buen funcionamiento del conjunto de España. Unas
instituciones independientes para el mejor y más justo ejercicio de sus
responsabilidades, por lo que todos debemos preservar esa independencia en
aras de la confianza que los ciudadanos tienen depositada en ellas.
En 2009 la grave crisis económica ha llevado a que el desempleo sea
la principal preocupación de las familias españolas. Afecta a varios millones de
personas, angustiadas no sólo por la pérdida de ingresos, sino por la falta de
horizontes en sus vidas laborales y personales.
Las dificultades han afectado y afectan a muchos trabajadores y
empresas en los diferentes sectores productivos, desde la agricultura y la
pesca hasta la industria, pasando por la construcción y los servicios. Volver a
crecer es el reto más apremiante para poner fin al desempleo, garantizando la
más alta protección social a quienes lo padecen. Debemos atender también las
legítimas expectativas de nuestros jóvenes, apoyarles e ilusionarles, pues en
ello nos va el futuro.
Se han tomado medidas a escala internacional, europea y nacional
para detener la crisis y paliar sus efectos. Son muchos los esfuerzos y
sacrificios desplegados a todos los niveles. Pero queda mucho por hacer, es
preciso seguir adelante. Como ya dije el año pasado, la solución de la crisis
exige trabajar juntos en la misma dirección.
Es pues necesario seguir adoptando medidas, lograr acuerdos entre
nuestras fuerzas políticas, económicas y sociales, que permitan, por un lado,
asegurar la mayor solidaridad y, por otro, acometer las reformas precisas, a fin
de lograr una pronta recuperación en un clima de seguridad y confianza.
Urge asimismo -como vengo insistiendo desde hace tiempo- sellar -
hoy mejor que mañana- un gran acuerdo nacional en materia de educación e
incentivar aún más la innovación. Se trata de dos factores fundamentales que,
junto al trabajo sacrificado de todos, permitirán aumentar nuestra
competitividad y productividad y, por ello mismo, nuestro progreso y bienestar.
Tampoco podemos escatimar esfuerzos a favor de la igualdad de
oportunidades, de los más pobres, vulnerables y desfavorecidos, ni en la lucha
contra la exclusión y la marginación social. A favor de quienes viven problemas
que a todos nos incumben, como la discapacidad, las graves enfermedades, la
drogadicción, o la inaceptable violencia de género.
En estas fechas tan entrañables, recuerdo con especial emoción -junto
a mi Familia- a todas las víctimas del terrorismo y a sus familiares, que cuentan
con nuestro apoyo, solidaridad y afecto, así como de toda la sociedad
española.
Acabar con el terrorismo -desde el imperio de la Ley, la acción de la
Justicia, la sacrificada entrega de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y la
cooperación internacional- es un objetivo de todos los demócratas en defensa
de la libertad y de los más elementales derechos humanos.
Los avances en la lucha contra el terrorismo nos animan a redoblar
esfuerzos. Se trata de una prioridad irrenunciable. Una lucha que se extiende al
terrorismo internacional, que tan inmenso dolor ya ha causado, y que ha
secuestrado de forma intolerable a varios compatriotas -volcados en nuestra
Cooperación al desarrollo-, cuya libertad exigimos.
La paz y la seguridad de España no pueden desligarse del resto del
mundo. De ahí que quiera volver a subrayar el reconocimiento de la sociedad
española a quienes sirven a nuestro país en el exterior. Especial mención
merecen los miembros de nuestras Fuerzas Armadas que arriesgan sus vidas
en misiones internacionales, incluida la vigilancia frente a acciones delictivas
tan inaceptables como la piratería marítima.
Y es que nuestra seguridad, nuestro progreso y bienestar, dependen
cada vez más de una eficaz protección y promoción de nuestros intereses en el
mundo. Lo palpamos a diario. Por ello, importa consensuar y coordinar al
máximo el papel internacional de España.
En este marco, dentro de unos días España asumirá por cuarta vez la
Presidencia de la Unión Europea, en un momento en que la Unión debe tomar
medidas de vital importancia para su futuro. Tras la puesta en marcha del
Tratado de Lisboa, resulta prioritario lograr una Europa más unida, dinámica y
presente en el mundo.
Son muchos los retos y también las esperanzas que marcan este fin de
año. El porvenir al que aspiramos no llegará sólo. Tenemos que moldearlo
juntos desde ahora, con profunda confianza en España y en los españoles,
aplicando mucho sentido de Estado, tanto a la hora de gobernar, como de
ejercer la oposición.
Como he dicho tantas veces, la España de hoy es capaz de grandes
empresas. Con empeño y determinación, se puede ganar la batalla contra la
crisis y conseguir cuantos objetivos nos fijemos. Sigamos trabajando para que
prime la fraternidad sobre las desavenencias, la confianza sobre el recelo, el
bien colectivo sobre los egoísmos particulares, y para que la honradez sea
regla inexcusable de conducta.
La Corona tiene como norte el servicio a España y a todos los
españoles. Éste es y seguirá siendo mi compromiso diario con todos vosotros.
Una tarea con la que el Príncipe de Asturias también está plenamente
comprometido.
Para concluir, quiero reiterar -junto a la Reina y toda mi Familia-
nuestro afecto a todos los españoles y a cuantos extranjeros residen en
nuestra tierra.
Queremos expresaros los mejores deseos para el Año Nuevo que
esperamos lleno de felicidad para cada uno de vosotros y para vuestras
familias. ¡Que sea para todos un Año cargado de paz, concordia, recuperación
económica y más empleo! ¡Os lo deseo de todo corazón!
Buenas noches.