Yo soy uno de los Delegados Gubernativos de mi Comandancia. Nombrado por cojones de mi Capitán. Odio las corridas de toros y cualquier espectáculo taurino. No tengo inconveniente en ver matar un bicho, no pierdo el sueño con lo del maltrato animal, pero me aburren esas lidias como pocas cosas en este mundo.
Para colmo, el Oficial coordinador del asunto en mi Comandancia, con toda su buena fe, está haciendo gestiones para que desde la Comunidad Autónoma, se nos premie la labor realizada anualmente. Hasta ahí bien, lo malo es que con sus gestiones, el premio lleva camino de ser una capea en la que participen todos los Delgados Gubernativos, y pasar el día entero en la plaza de toros de la capital empapándonos de ese maravilloso mundo del toro.
¡Mi madre!, doy gracias a Dios que desde que lo anunció hace algunos meses no se ha vuelto a escuchar nada del tema.
Todos mis respetos para los amantes de ese mundo, pero para mí tener que asistir a estos espectáculos es una tortura mayor que la del toro.
Morir por la patria es una gloria; pero son más útiles los que saben hacer morir por la patria a los soldados enemigos.
El honor prohíbe acciones que la ley tolera.
La justicia llevada al extremo es una extrema injusticia.