Hace ya unos años, algunos Comandantes de Puesto, para beneficio del servicio, comenzamos a nombrarnos correrías (ahora llamadas patrullas de seguridad ciudadana). Nos las nombrabamos cuando algún componente se daba de baja o cogía permiso urgente o tenía una comisión de servicio para asistir a juicio o algún motivo similar. Poco a poco, los superiores lo fueron tomando como costumbre y, con el tiempo, se ha transformado en norma.
Ahora tenemos que hacer al menos 4 patrullas a la semana, y los despachos que nos venga en gana (uno o dos, claro).
No hace tantos años, por motivos similares a los arriba expuestos, también empezamos a no nombrar una Puerta concreta, aprovechando que estabamos en la oficina atendiendo al despacho de la correspondencia y demás responsabilidades. Luego llegaron los superiores y, pidiendolo como favor, con buena educación, dijeron que, de vez en cuando, para tener a más gente en la calle, (cuando todavía no se realizaban patrullas unipersonales), que no nombrasemos la Puerta, aprovechando que teníamos despacho. Como ya lo veníamos haciendo, pues dijimos que bueno, que de tarde en tarde, no pasaba nada.
Craso error. De nuevo, lo esporádico se convirtió en costumbre y ahora es una exigencia: CÓMO VAS A TENER A ALGUIÉN DE PUERTAS SI ESTÁS TÚ PARA ATENDER AL TELÉFONO Y AL CIUDADANO. ¿TANTO TRABAJO TIENES EN LA OFICINA QUE NO PUEDES HACERTE CARGO DE LA PUERTA?
Ahora nos toca una pelea más dura, que es la de retroceder al principio, hacerles comprender que no es una obligación, sino que a criterio nuestro, exclusivamente, decidiremos si hacernos cargo de la Puerta o no. Y yo aconsejo que no lo hagamos nunca.