Author: uno » Mié 24 Jun, 2009 21:11
Tal vez vaya llegando la hora de dejarse, incluso, de caballerosidades. Hemos "dialogado", hemos cumplido fielmente cuanto se nos puede exigir (si se nos pudiera exigir algo a estas alturas) y todo ello conlleva un esfuerzo importante de desplazamientos personales, gastos de la Asociación y demás temática de índole material que podría ser secundaria. Lo más costoso tal vez, sea romper la rutina de la costumbre de obedecer, de no cuestionar, de confiar en el mando ya que, queramos o no, a nosotros nos precede, no ya un pasado profesional, sino toda una historia. Dentro de esta historia hay ("había" habrá que acostumbrarse a decir) una serie de valores que nos mantienen en la inercia de pensar más en el servicio y en las obligaciones que en nuestros propios intereses. Creo que nos hemos quedado atrás, muy atrás. Cada vez está más claro que en todas las escalas se está produciendo un movimiento por intentar la supervivencia, no de los valores de los que hablaba antes, sino de las prerrogativas y ventajas del mando que, para qué vamos a negarlo, siempre han existido, incluso en la escalda de Suboficiales. Tampoco olvidaremos las ventajas sociales que el hecho de ser guardia civil nos ha dado a todos los que hemos vestido de verde, desde el guardia recién incorporado hasta el caimán más veterano.
Cada vez se ven alrededor menos motivos para mantener la, a mi modo de ver, imprescindible lealtad. Nadie puede ser leal por mucho tiempo a quien no lo es con él. Se mantendrá el sometimiento por el miedo casi ancestral que arrastramos, pero hasta eso se termina y parece que se están consumiendo las últimas gotas. Absolutamente nadie (por suerte) está a salvo de los Tribunales de Justicia y a ellos habrá que acudir, cada vez con más asiduidad, en reclamación de nuestros derechos. Habrá que hacer uso de todas las armas (tal vez no sea la palabra adecuada) a nuestro alcance para defender nuestros intereses y, sobre todo, nuestras personas contra este sistema que parece desplomarse. Cuando digo nuestras personas, quiero decir que todas las injusticias y abusos de autoridad que sufrimos (también procedentes de movimientos de la Escala Básica que defienden intereses espúreos ), más pronto que tarde, nos afectan en el terreno personal y, por tanto, en el familiar, económico e incluso social.
En otras ocasiones lo he propuesto y ahora quiere volver a insistir: el fin de todo esto no ha de ser otro que el que ningún suboficial se encuentre desamparado nunca. Que el apoyo sea inmediato, efectivo y contundente. No se debe permitir que ningún suboficial sea atacado (si hemos hablado de armas no veo porqué no podemos seguir en términos análogos) sin que el atacante reciba, inmediatamente, una respuesta absolutamente firme.
En toda la exposición, me gustaría poder cambiar la palabra "suboficial" por "guardia civil" pero, lamentablemente, la situación no lo permite. Ahora no todos los guardias civiles somos iguales ante los propios guardias civiles. El "compañero" ya no se supone a priori. Ahora somos potenciales enemigos. Cada miembro de cada una de las escalas es un probable enemigo de cada uno de los integrantes de las otras.
Llegados a esta penosa situación, sólo queda lo que nos han dejado: tras un breve (cada vez más breve) diálogo, Tribunales de Justicia en todos los ámbitos necesarios. No hay que olvidar que, en la Guardia Civil, TODOS, tenemos nuestras obligaciones y una de las principales del mando es saber qué está pasando con sus subordinados. No ha de ser necesario informar a un mando de lo que ocurre en su demarcación territorial, ni en las Unidades de su responsabilidad ya que, con toda seguridad, ya lo sabe y, si acaso se diese el remoto caso de que no se ha enterado, también habrá incurrido en responsabilidad, en la misma medida en la que éste mando me la exigiría a mí (o a tí).
Tristes saludos para una tristísima realidad.