Las sociedades avanzadas procuran cuidar a sus individuos desde su nacimiento, les proporcionan un sistema sanitario y también educativo, este último es la garantía que hombres y mujeres debidamente formados y educados darán continuidad a los avances sociales positivos alcanzados e intentaran su mejora constante, por ello, todo sistema educativo que se precie debe formar personas con una buena capacidad crítica, es decir, la de discernir, valorar y ponderar.
El sistema educativo de nuestro país, con todos sus defectos, no es ajeno a tales propósitos y, he aquí, los que formamos parte de la sociedad española, que andamos intentando y esforzándonos en esos nobles objetivos.
Si ya de por sí, el sistema nos ha dotado del mentado juicio crítico, complementado y aderezado por el sentido común, que nos ha sido conferido naturalmente, quienes integramos colectivos de funcionarios, hemos adquirido conocimientos y habilidades concretos relacionados con nuestra específica área laboral. Por ello, tenemos opinión, y además es cualificada. Nuestra opinión se extiende a temas diversos, desde organizativos a aquella que versa sobre la competencias, cualidades o capacidades de subordinados, iguales y superiores, por eso resulta paradójico que legalmente únicamente se haya establecido un sistema de informe personal que realiza el superior respecto del inferior directo, es decir, de uno respecto de la generalidad de sus subordinados, no han faltado críticas a este sistema, básicamente sustentadas en los prejuicios del superior que le pueden llevar a emitir valoraciones injustas.
Un sistema inverso al descrito, considero sería mucho más adecuado y saludable para la institución. Por supuesto que el situado en parte más baja del estrato jerárquico también adolece de prejuicios, pero al tratarse de la generalidad respecto de una persona, la suma de todos, sin duda deben contener puntos de convergencia que consensuan más acertadamente los rasgos de la personalidad del superior valorado. Es más, considero que sería interesante conocer la opinión que de los guardias tienen los ciudadanos a los que prestan servicios (muchas empresas privadas se esfuerzan en conocer la opinión de los clientes).
Si tales informes, tuvieran un peso específico notable en los procesos de evaluación para el ascenso, pienso que en los cuadros de mando empezarían a abundar perfiles personales en los que podrían percibirse cualidades como la asertividad, la empatía, el esfuerzo y las ganas de servir, no de servirse.
Personalmente me gustaría saber que opinan o han opinado los Guardias de las unidades por las que he pasado ejerciendo mando, ya que lo que me dicen en alguna ocasión de forma personal, no tiene por qué coincidir con lo que reflejarían en un informe.
Creo que es hora que la institución evolucione de verdad (no lavados de cara en los que todo cambia para que todo sigua igual), que se acabe esta especie de tutela del superior hacia el inferior, porque debe reconocerse (a pesar de todos los pesares), salvo prueba en contrario, que el Guardia Civil (cualquiera que sea su empleo y una vez consolidado el primero) ha adquirido una “MAYORÍA DE EDAD PROFESIONAL”.
Estaríamos vinculados de un modo positivo e incluso afectivo, el Guardia se sentiría valorado, sentiría que su opinión es importante porque se tiene en cuenta, el superior se sentiría reconfortado por la legitimidad que le da saber que quienes han sido sus subordinados tienen una buena opinión de él. En la actualidad, me da la impresión que estamos cada vez más separados… por escalas, empleos, destinos, especialidades, etc…, vestimos igual o parecidos, pero sentimos que formamos parte de realidades muy diferentes.
Y a todo esto, je, je, ¿cuál es vuestra OPINIÓN PROFESIONAL de esta ocurrencia?.
De vacaciones y soportando el tórrido verano, uno se come el coco de mala manera.