Siempre existen clases.
Academia General Militar de Zaragoza. Ocho de julio. Luce el sol. Cientos de familiares asisten a la entrega de despachos de oficial de los guardias civiles allí concentrados en perfecta formación. El acto rebosa el boato propio de los actos castrenses protocolarios, con el mismísimo rey Juan Carlos como protagonista principal. Todos los que promocionan portan, además de su uniforme impoluto, el imponente sable que preside estos acontecimientos, pero no todos han seguido el mismo camino para conseguirlo: a unos se lo han regalado; otros han tenido que desembolsar hasta 500 euros por un arma ornamental que en el futuro utilizarán en contadas ocasiones.
La Asociación Unificada de Guardias Civiles (UAGC) ha hecho pública su disconformidad con lo que considera una «inadmisible discriminación». Como detalla el portavoz de la Comisión de Oficiales de la entidad, Jesús Cano, los nuevos oficiales que ascienden directamente a través de la Academia del Ejército de Tierra reciben el sable directamente, mientras que quienes acceden por la vía de la promoción interna tienen que pagárselo a tocateja. «La situación es más hiriente aún teniendo en cuenta que los primeros no han trabajado ni un solo día al servicio de los ciudadanos en la calle y los segundos vienen haciéndolo durante muchos años con un tremendo esfuerzo», explica.
Según sus cálculos, al menos seis de esas víctimas de discriminación son guardias civiles riojanos que han tenido que pagar de su bolsillo el arma. «Están jugando con la ilusión de los alumnos y, sobre todo, con la indefensión de quienes saben que pasarán por el aro y, por supuesto, ni se cuestionan no adquirir el arma por las represalias que ello podría acarrearles, empezando por la negación del diploma», añade. Un sable muy específico y caro -en torno a 500 euros-que sólo puede adquirirse en establecimientos y armerías muy concretas. «Yo tuvo que comprar el mío en Toledo», informa Cano.
El portavoz de la UAGC responsabiliza directamente de esta sitaución al general jefe de Enseñanza y advierte de otros «atropellos» que los guardias civiles vienen padeciendo desde épocas preconstitucionales. «Tenemos que comprarnos de nuestro bolsillo material propio de la uniformidad del Cuerpo, como chalecos antibala, guantes anticorte, botas...». «La obligación de portar el sable puede o no ser cuestionable, pero lo que es intolerable es obligar a comprarlo». Como su propio nombre indica, un sablazo.
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